lunes, 20 de julio de 2009

El ciclo de mi ombligo


La línea alba que une el monte de Venus y mi ombligo conduce al ciclo que se esconde dentro de él.
Digamos, que como dijo aquel…cierre de ciclo señores, cierre de un año con idas y venidas a mil y una partes.

Mi ombligo esconde muchos ciclos, desde el circadiano que asume mis siete horas de sueño, hasta el cardíaco que mide mis latidos por segundo.
Mi ombligo me cuenta por las noches que el ciclo de este año ha sido distinto.


Digamos que todo ha sido lo que no era y todo lo que no iba a ser ha sido.


Nunca le hubiera besado, y le besé
Nunca hubiera vuelto a las Canarias desde aquel maravilloso Septiembre, y volví
Nunca me hubiera comido el puchero asqueroso de la bruja de la cafetería, y me lo comí
Nunca hubiera bebido si iba a conducir, y lo hice
Nunca hubiera salido al Campus sin ella, y lo hice
Nunca hubiera reído en forma de U, y lo he hecho

Digamos que entre idas y venidas no he hecho un ciclo completo: he ido hacia delante, he vuelto atrás y me he tambaleado mucho de derecha a izquierda, mientras intentaba encontrar el camino a casa.
Sinceramente hace un año, no sé ni dónde estaba, pero si algo recuerdo es todo aquello que aceleró el pulso del ciclo que todos llevamos dentro.
Le miré de nuevo, y le besé en la cola de un supermercado
Lloré por su culpa, otra vez, y le olvidé para siempre
Creí que nunca más volvería a sonreír y a hablar de cerca al oído (sobre todo para conquistar a alguien), y lo hice todo a la luz de los candiles que colgaban de un ángel blanco postrado en la barra de un bar (y a base de dejarme las amígdalas en el intento).
Creí que no le recuperaría nunca, y creo que lo conseguí
Perdí a gente que quería, y no se (me) lo perdonaré
Le perdí, o me perdió en un suspiro y nos cogimos de la mano después de tomar café mientras hablábamos de cómo Campanilla volaba por encima de una luna verde y de lo difícil que es aquel código secreto
Nos besamos sin que nada nos importase, y comprendí entonces que el mundo tiene unos bonitos ojos negros
Se pusieron mis zapatos amarillos, y los perdí
Me regalaron muchas sonrisas, un par de notas y se les olvidaron las lentillas en el lavabo de mi casa.

Como dijo aquel “sujeto en fase experimental”…ví que tenía más amigos de los que creía y que no todos los que creía los tenía, y me decidí a beberme el Timanfaya con ellos y con sus botas de Almirante.

Pese a la cercanía del cierre del ciclo (esta vez del menstrual) no quiero pecar de descuidada, dejándome apuntadas un par de cosas que encontré en un par de esos post-ids amarillos…

Comprendí que no existen razas ni sexos, o más bien que el sexo no entiende de razas, momentos ni pelirrojos y que todo cabe en un par de tapers, cuelga de una campanilla y se sienta en un par de sillas verdes de la universidad.
Comprendí que la sinceridad puede medir más o menos metro y medio, y que si te descuidas se te bebe un par de TGVs
Me di cuenta de los muchos tonos de verde que bailan en los ojos de Patri mientras ríe y llora.
Comprendí lo importante que es vivir en un “top ten”, o más bien, poder escribirlo mientras te pones un pañuelo en el pelo, buscas unas gafas de Sol y te plantas el pijama para bajar a desayunar.
Comprendí que en el mundo hay más almirantes en tierra de los que creemos, y que tienen más cojones que un tal Barbanegra (que era un pirata)
Me percaté de que Pitingo en realidad era hijo de Carlos Jesús y que en sus ratos libres se ponía el pelo rojo,
que las cartas del UNO pueden ser infernales
y que los hombres con sombrero que te encuentras por Madrid, muy especiales.
Que un chaleco da elegancia, que siempre hay que tomarse otra y que es importante que el whisky no se convierta en tu pelo.
Que las pequeñazas podemos tener muy mala ostia, y que los tatuajes al final siguen siendo todo un misterio (aún cuando ya los llevas puestos).
Que hay muchos dioses en el Olimpo, pero que al Olimpo no llegan todos los dioses (ni diosas), y que prefieren quedarse aquí conmigo hciéndose fotos.
Que la nieve te puede jugar una mala pasada, pero joder cómo te lo pasas jugando con ella (y que calorcito da cuando lo haces en buena compañía).
Que la de Embrio en sus ratos libres pone supositorios del calibre 42 y que ahora que Michael ya no está, el Cuttuli será nuestro nuevo Dios.
Que los sesenta son la caña, y que nos falta aún la de los 70 y los 80.

Y que si con alguna palabra me quedo, es con la de GAFAS

Señores,
Cierre de ciclo
Ecuador en mi ombligo
Ecuador en mi carrera
Ecuador en mi vida



Gracias






Sé que os voy a echar mucho de menos…