Uno habla de lo escrito sosteniéndose en la base que forman mis orejas con los arcos de tus cejas, y el otro mantiene el cambio eterno al que he estado acostumbrada este año…pero para bien. Tolera mi evolución personal desde un paso del odio absoluto a una profanación del cariño inconfesable.
Lamarck, y sus jirafas, me embelesan de tal manera, que quiero creerles escondida detrás de la puerta, hasta el punto de jurar por bandera que los círculos que se esconden en la piel del 2009 estaban escritos desde el principio de los tiempos en las tablas de… Daimiel.
Y como las ranas croan sin parar a través del espejo de mi baño, yo canto alegre por el pasillo, mientras se inunda mi cabeza con tus canciones y aparece un duendecillo con gorro que asegura que “la vida es la selva”, justificando sus afirmaciones con el oso rudo que me pone el quicio de la espalda al revés cada fin de semana.
Mientras tanto, mi madre se empeña en casarme el año que viene con el chico del muérdago, y lo que no sabe es que durante todo éste he perdido el 69% de mis lunares con quien yo he elegido.
Mi evolución tiende, como diría aquel señor del fuego, a la inexistencia, porque cada día el tiempo se me pasa más rápido, sin darme apenas cuenta de cuan mutados están mis ojos. Quizás es que sea... una de esas "especies que desaparecen", y es que...
Me niego a morir en el 2008, así que entro al 2009 con todo mi afán de supervivencia inscrita en las yagas de mi piel, que, últimamente, se amoldan a tus huesos.
Me amoldo, y selecciono cada una de mis palabras como llevo haciendo desde que era un pequeño renacuajo atrapado en el charco que se forma en la terraza de mi abuela.
Mientras escribía esto, sonó un beso, y es que creo, que delante de estos tiempos, tan malévolos e inexorables, sólo queda espacio para el devaneo existencial mientras se estudia (eso si es que puedes), así que deduzco que por hoy, Lamarck y Darwin han hecho las paces, han tomado tregua, y han decido fundirse en abrazos y besos.
Y mientras tanto, sigo aquí dejándome en el tintero a un loco, borracho, perdido que se niega a borrarme de sus manos,
Me dejo a un par de reinas,
Me dejo a bancos encriptados,
Me dejo a mis soles caseros,
Me dejo en el tintero a mis amigos de siempre,
Me dejo eso, y mucho más, y lo guardo en el noveno cajón, esperando usarlo todo, en cada una de las miles de frases que salen de mi boca cada día…
Espero que cada uno de los desbordes de mi tintero sigan siendo como siempre, tan lindos pudiendo ser tan negros…
He llorado
He sentido
He soñado
He querido
He bebido
Pero sobre todo…
He VIVIDO
Gracias a los que han hecho del 8, un número mágico.