domingo, 22 de marzo de 2009

Un año...

Llevo un año respirando momentos y dibujándolos entre puntos y comas, letras redondas y líneas claras.
Llevo un año, bebiéndome la vida, esperando cada minuto para poder encontrar un trozo de papel blanco, o roto, en el que poder desgajar cada uno de los espasmos que me ha dado el corazón en un día.
Llevo un año llegando tarde, por entretenerme en instantáneas que me han dejado los ojos abiertos, y llevo un año, desahogando mis lágrimas, mis sonrisas y mis sentimientos entre cuadernos de hoja caduca y márgenes de libros.
Llevo un año recorriendo los poros de la piel de mi naranja para poder contarle al mundo lo feliz que soy, o lo triste que puedo llegar a ser, en cada uno de los reflejos que me regala el espejo de mi baño.

Y llego tarde, como siempre, pero es que hace poco más de un año me embarqué en una historia de esas que guardaba mi padre en el bolsillo de su americana.
Y es por él, y sus historias por las que la forma de mis pecas son redondas, por él y sus aspavientos, por lo que mis manos no paran de moverse alocadas con el viento, por él, por el que me decidí a escribir mi propio cuento…

A mi Aristóteles gordito y medio calvo, apenas le gusta leer las cosas que escribo, supongo que será porque cuando él llora, le duele más (por eso de que tiene los ojos saltones) y no le apetezca ponerse más tonto que el día aquel en el que le dio por casarse por segunda vez con la mujer de su vida.

Supongo, que en un año apenas puedo decir nada más que nada, y que sigo escuchando, y escribiendo, y viajando…porque me encanta viajar a través del tiempo cuando leo lo que un día salió de mi boca, y me bebo lo que calló de mis ojos…
Si vuelvo atrás, en el reflejo de mi espejo, me pregunto qué hubiera sido de hoy si ayer no hubiera escrito lo que tenía dentro.
Qué hubiera sido del chico de rayas, de su extraña forma de ver el mundo, y a mí, y de su incapacidad para comprender que no era tan absurda.
Qué hubiera sido de ayer si mañana siguiera encerrada en una ilusión que intenté forjar.
Qué hubiera sido de mañana si ayer apenas me miraba a los ojos
Qué hubiera sido de hoy, si mi padre no hubiera llorado aquella noche.

Me río de lo absurdo que es el tiempo, y de lo redondas que son las casualidades, de lo efímero que son los sentimientos que agotan el alma…y de lo eternos que son los que la avivan.

Así que, digamos, que seguiré escuchando con mis manos lo que me regale el viento, que de momento, no me ha ido tan mal…
















A Aristóteles…y su extraña manera de conseguir hacerme reír.
Y al chico de rayas…
Por animarme siempre a hacerlo
.

domingo, 8 de marzo de 2009

No se lo digas a mamá...

Me gustas cuando callas,
porque estás como ausente…

P. Neruda







Callas en cada sonrisa, lo que muchos pagarían por callar a besos…aunque tú no lo sepas.

Callas, cuando bailas por el pasillo de casa, despierta y risueña como las golondrinas del porche en verano.

Callas, dormida, mientras me agarras fuerte la mano cada noche bajo la sábana.

Callas, en cada mirada, y callas en cada abrazo de esos que te rompen la espalda.

Callas, en las provocaciones de mamá, cuando te pregunta por el chico que quiero.

Callas, en la infinidad de las tardes y noches a solas, mientras nos acompañan mis gafas, y las tuyas, tu ordenador, y el mío, y mi café y tus magdalenas.

Callas, cuando te llamo Lisetz a escondidas,
cuando me escondo en las tardes de domingo por la plaza,
cuando andamos tú y yo, por la plaza, callando.

Callamos momentos juntas, mientras nos hablan secretos del pasado.
Y callamos los momentos del presente
mientras matamos el futuro a base de chupitos de Tequila.


No se lo digas a mamá pero…
eres la luz de mi caja de música, que baila a escondidas haciéndome sonreír mientras tú sonríes.
Eres la guardiana de mis pecados asegurados bajo tu almohada.
Eres tú el ángel de mi guarda que recorre descalza las vetas del pasillo.
Eres tú la niña de mis ojos, la guardiana de mis penas y la pasión que vuela en mis alegrías.

No se lo digas a mamá pero…seguiré quitándote las piedras del camino si me prometes beberte la vida en suspiros, y dejarme que te mire desde el otro lado de mi ventana.











Te escribo a escasos segundos de tu 17º cumpleaños
Mientras callas cantando en tu cuarto
Mientras callas con una sonrisa
Lo que llevo tatuado en el cuello…
Y en el corazón.


Te quiero enana,
Felicidades