miércoles, 27 de mayo de 2009

Celos...del viento

Siempre me gustó recordar riendo...o reír mientras recuerdo, lo cierto es que no termino de recordar bien que era... (jaja)

La verdad, es que río viéndonos jugar al perro y al gato mientras los ángeles vestidos de ron negro, y vozka blanco apagaban las luces que íbamos dejando a nuestro paso.

Supongo que será por eso, que me traslado al borde esquinado de tu inexplorable habitación roja, cuando pienso en aquellas que un día pudieran hacerte reír como yo. Y no me lamento...

No lo hago mientras me siento en la mesa de las siete esquinas al lado del carro del Heno, en el que se ha montado Eolo, trastocando todo con su absurda manía de soplar la paja para regalársela al viento. Y hay que ver, lo fácil que desaparece la alpahaca son un simple y tonto encuentro.

Pese a lo burda y basta que puedo llegar a sentirme vestida con las prendas del último otoño a primeros de junio, siempre me encontré un poco frágil (y digamos que ligera) mientras me miraba al espejo de azúcar, y supongo que será eso, lo que hace que me ponga verde (como buena bruja que soy) cuando recuerdo que un día perseguiste a la chica Bonsai mientras te comías las grosellas del árbol del Olvido.

Supongo, que mi condición de mujer (bruja o no) y esa extraña y malévola costumbre de desperdiciar semillas en cada uno de los ritmos circadianos de los días, me convierte en la frágil flor del cerezo, que siempre se meció al son del eco y de las canciones que le regalaba la musa de los vientos.

Supongo, que me falta el color en los labios, el negro en los ojos y la magia en las palabras para conseguir que mi presente sea futuro y deje de envidiar a un pasado que nunca existió y que mucho menos sabe reflejarse en el espejo...



Supongo que tengo celos,
de los que se comen
de los que se van lejos
...pero es que quiera o no...
tengo celos, celos del viento.




















Tengo miedo de mirarte desde la esquina encerrada...
...y no desde la silla que decora nuestro mundo paralelo







Miedo, de que pierda la noción

y que olvides la forma en la que caen

las flores del cerezo