Pasa al cuarto creyéndonos siempre dormidas y habla con él.
Lo hace como lo hacía hace 50 años, en su lenguaje secreto de aire saharaui.
Lo hace en murmuros imperceptibles que se confunden con el ruido que hacen sus zapatillas al arrastrarse, en respiraciones profundas que se mezclan con la sed de su garganta, en noches de insomnio desangeladas…
El verano pasa, y el cuarto y su cama siguen oliendo a colonia, y en la cómoda sigue habiendo flores frescas todos los días…hasta cuando ella no está.
El verano, los veranos y los años pasan y sigo a mi abuela escuchando hablar con él, con el cielo…por la vía que sólo ellos conocían, cuando a todas nos cree dormidas…
Hablan horas...permitiéndome sentirle también aquí
[Detrás de tu máscara de piedra sé que llora tu corazón…que nunca quisiste ni pudiste olvidarle…]
Este relato de insomnio sé que es todo vuestro...como el hueco vacío en la mesa...como vacías son vuestras navidades desde que miles de kilómetros de estrellas os separan...
Sé, a ciencia acierta, que los tintineos que hacen las persianas y que los mensajes del viento al chocar con la ventana no son más que símbolos que utilizabais en vuestras escapadas enamoradas...

A mi abuela